Hace años, cuando alguien muy cercano me planteó que podíamos asociarnos a ADN, yo respondí que no veía la necesidad de estar asociada para practicar el nudismo; era algo que venía haciendo desde tiempo atrás y nadie me había pedido ningún carné para ello. De todos modos, accedí, ya que tampoco tenía nada en contra.
La idea que, de alguna manera, tenía sobre el movimiento naturista (y que está bastante extendida tanto dentro como fuera de éste) es que la única pretensión era el ocio. Es cierto que es éste un objetivo, ¿a quién no le gusta pasarlo bien? Pero, lo que ha hecho que, de manera paulatina, yo fuera implicándome cada vez más son otras razones.
La defensa de la desnudez en armonía con la naturaleza (uno de los principios del naturismo) es un acto de defensa de la libertad. Para que esto sea viable (el maná no cae del cielo) existe un movimiento que lleva años peleando para que esto fuese legal (¡Qué ironía!, que algo tan natural como estar desnudo haya sido una ilegalidad). Y, ¿cómo no?, también para que esta libertad siga manteniéndose.
Es aquí donde, en estos momentos, tenemos un excelente ejemplo de la necesidad de estar organizados para que no se conculquen nuestros derechos. Ante la brillante idea del Consistorio gaditano, con su alcaldesa a la cabeza, de prohibir el desnudo en las playas de la Tacita de Plata; quien está actuando para que esta ilegalidad no se lleve a cabo o, en su caso, sea retirada a través de los Tribunales, es la Federación Española de Naturismo (FEN). Si no existiese la Organización (no sólo este Ayuntamiento, antes ha habido otros que lo han intentado) probablemente la situación actual respecto a la posibilidad de elegir la desnudez no fuera la misma.
Detrás de un mundo que pudiera parecer a alguien que es sólo ocio y diversión, hay un sostén ideológico y una serie de personas comprometidas con un mundo más respetuoso y más libre.
En definitiva, yo encontré las razones para militar en el naturismo organizado.
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