Ya nadie se preocupa por el tipo que, desnudo, anda en bicicleta por todo el pueblo. Las bromas acerca del pobre asiento o de su trasero y su escroto paspados, habían pasado de moda. El viento y los movimientos propios del pedaleo balanceaban su pene, libre en su corto vaivén. Tal vez algún forastero lo notase, pero jamás ninguno dijo nada porque nadie decía nada.
Una vez, el ciclista había leído el cuento de un rey que quería el traje más costoso del mundo. A ese rey, unos vivos le vendieron ropajes que el monarca no veía, haciéndole creer que sólo los podían ver quienes tuviesen gran sabiduría. Así, anduvo desnudo un tiempo por todo el reino sin que nadie se atreviese a decirle nada.
Luego de reflexionar un poco sobre esa historia, el ciclista salió a rodar las calles, con la certeza de que estaba vestido de humanidad.
El uso del material está permitido con la condición de citar a su autora Patricia Mónica Ferreyra y al blog de origen «Cosas del Ánfora Etrusca«.
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